Entrevista a Juan Alejandro Lorenzo Lima

Foto UEC

Fotografía cedida por el entrevistado

Juan Alejandro Lorenzo Lima es Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Granada, actualmente es profesor en la Universidad Europea de Canarias. Tras de sí acarrea una larga trayectoria como investigador, centrado en el Patrimonio Cultural de las islas y sobre todo, en el Siglo XVIII. En la actualidad trabaja en un proyecto de investigación sobre la familia del ingeniero Agustín de Betancourt (1758-1824) y su legado bibliográfico.

Su ponencia titulada El patrimonio en su contexto. Teror como paradigma para el arte de Canarias durante el siglo XVIII, nos contará los secretos de la Basílica del Pino, su imaginería y nuevos descubrimientos. Podrán escucharle el miércoles 18 de abril a las 19:00h.

  1. En su ponencia nos hablará de las singularidades de la Basílica del Pino en el terreno artístico. ¿Qué peculiaridades podemos encontrar, a priori, ajenas a los ojos del espectador?

Pues muchas, quizá más de lo que aparentemente podemos percatarnos. La basílica es un edificio de interés por motivos muy diversos, aunque el uso religioso que justifica su existencia esconde o enmascara al resto de circunstancias que conviene exaltar. Como edificio surgido en el siglo XVIII posee el valor añadido de reflejar el anhelo de la colectividad y el sentido piadoso que condicionó la reinvención del culto, el ornato y la iconografía de la Virgen del Pino en esos momentos. Lo conocemos bien documentalmente, pero hay que trascender a los testimonios documentales e interpretar de modo diferente sus espacios de culto con la cabecera incorporada en la cabecera, el camarín, las cubiertas que dieron sentido a una cúpula en el crucero, la singularidad de sus elementos de cantería, las reformas sucedidas durante el siglo XIX, etc. Es realmente un conglomerado de recursos y soluciones que se adapta admirablemente las necesidades del momento, sin descuidar, claro está, elementos heredados y usos litúrgicos convencionales.

  1. La imaginería que hay en el templo es muy rica, ¿qué piezas destacaría?

Pues no es fácil, ya que la reconstrucción de la basílica y su ornamentación posterior hasta la década de 1780 dieron cabida a piezas de muy diverso origen, uso y valor. En torno a ella se concentraron manufacturas llegadas a Gran Canaria desde el Caribe, Génova, Madrid, Valencia, Sevilla, Córdoba, Cádiz y La Laguna, adaptando soluciones de gusto rococó, el estilo predominante entonces, y el incipiente neoclasicismo. Deben destacarse las esculturas monumentales del retablo mayor, obra de autores genoveses que han pasado muy desapercibidas; el juego de cuatro efigies atribuidas con fundamento al imaginero de Sevilla Benito de Hita y Castillo (1714-1784); o algunos trabajos debidos a José Luján Pérez (1756-1815), cuyo Cristo atado a la Columna, por ejemplo, es pieza clave en la revalorización de la imaginería isleña a finales del Antiguo Régimen.

  1. Su especialidad es el arte del siglo XVIII, y en su ponencia destacará dos piezas escultóricas de la época pertenecientes al Monasterio del Císter. ¿Qué puede adelantarnos sobre ellas?

Pues son obras olvidadas injustamente. Creo que merecen una atención mayor por cuestiones históricas y artísticas. Julio Sánchez las documentó como una donación del obispo fray Joaquín de Herrera al convento de monjas bernardas de Las Palmas durante la década de 1780 y algo más de un siglo después, con la apertura del monasterio del Císter en Teror, volvieron al culto regular. Son efigies traídas desde Madrid, de gusto moderno y adaptadas a las tendencias academicistas o tardobarrocas que imperaban en los obradores de la capital en ese tiempo. Siempre hemos sentido un interés especial por ellas. En nuestra conferencia explicaremos los motivos que nos llevan a suponer que son piezas importantes para el panorama local, porque, entre otras circunstancias, su lenguaje estético propició una renovación de la imaginería que Luján Pérez lideró años después…

  1. ¿Qué relación ha tenido Teror con otros centros de producción artística? ¿Han sido todas las piezas de la Basílica realizadas en la isla?

Existe mucho vínculo, porque, como ya señalaba, en el panorama local, y grancanario en particular, no abundan fábricas cuya dotación patrimonial sea tan importante. Por razones obvias, la catedral de Santa Ana es el único edificio de estatus que acogió un volumen de bien parecido y con origen tan dispar, ya que en el terreno parroquial sólo las iglesias de La Laguna o la Concepción de La Orotava vivieron a mediados del siglo XVIII un proceso similar. Lo más notable es que por acción de mayordomos, fieles y devotos del Pino, la basílica reunió un conjunto de retablos, enseres y obras plásticas que sigue sorprendiendo a día de hoy, cuyo valor es mayor porque no han perdido los espacios para los que fueron creados (retablos, camarín, sacristías, espacios de culto, etc.). Nunca mejor dicho, se trata de un patrimonio estupendamente contextualizado.

 

Muchas gracias Juan Alejandro por estas valiosas aportaciones.

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